Sobre una noción de animalidad en el discurso de la filosofía: Delimitaciones metafísicas y éticas del concepto.

null, Camilo Schenone Riquelme

La Animalidad se suele caracterizar por aquellos aspectos que permiten a un “ser orgánico que se siente y se mueve por impulso propio” (Corripio, 1973), vivir su propia vida. Pero a lo largo de nuestra historia un animal en particular problematiza esto, siendo, el ser humano. La naturaleza de este ser ha sido especulada a través de los años, y recientemente su estado antropológico está en remodelación (Beorlegui, 2009). Este estado se refiere a la imagen que nos formamos de nosotros mismos como especie. La “supuesta” principal diferencia entre humanos y otros animales es la capacidad de razonar intelectualmente, cosa que sido afirmada durante siglos (Yañez, 2018). Pues siempre está la incógnita ¿Cómo se representa su mundo cada animal ve por sí mismo? Este mundo, propio de cada animal, tiene su estructura metafísica interna/externa dictada por nosotros.

De este modo, ha tomado relevancia en la filosofía contemporánea la discusión acerca de la problemática de los animales y su estatuto ontológico; autores como Singer (1999), Derrida (2010), Yañez (2018), Regan (2007), Nussbaum (2007), Tolson (2003)  y entre otros más discuten sobre el asunto. En este proyecto de investigación se afirmará que nuestras actitudes éticas se reflejan en nuestra disposición hacia los animales. Veremos como las definiciones del estatuto del animal y el hombre terminan denigrando al primero, como pasa en Aristóteles, Santo Tomás, San Alberto, Descartes, Kant, Hegel, Heidegger y otros (Yañez, 2018), a fin de analizar que veían ellos en los animales no humanos frente a nuestra especie. Por tanto, así, llegaremos a relecturas contemporáneas que reinterpretan tradiciones filosóficas como la de Arístoteles o la Heidegger, como se verá en Nussbaum o en Yañez respectivamente. Dándole forma a la esquemática del alma animal o el mundo que cada ser orgánico posee, dándole a este ser vivo sintencia o Conciencia animal, estos dos conceptos apuntarán a una misma cosa: la capacidad de sentir/sufrir.

Con esta propuesta, se pretende caracterizar bien a la filosofía animal como tal, y su enfoque ético en tanto que aborda sus temas particulares. Tolson se refiere al problema metafísico de lo que implica el animalismo como postura que nos define como animales (2003), más ‘sociales’ que los otros de ‘menor’ inteligencia. Nuestra definición de animal proviene de una tradición, como toda cosa escrita con cierto significado derivado alguna tradición (Derrida, 2010). Y como nos hace ver Depraz en el Diccionario de los intraducibles de Barbara Cassin, hay tres definiciones que dieron origen a nuestra concepción del animal, y que todas tienen su raíz en el griego antiguo (2014). Estos tres aspectos son lo vivo, lo animado y lo bestial, los cuales han ido convergiendo en la definción de animal que tenemos para los que nos son ajenos a nuestra especie e incluso para los que somos pares.